Como una forma de celebrar el 50 aniversario de su dominio dentro del mundo de la joyería y la relojería, Chopard lanzó la colección de relojes joya L’Heure du Diamant, compuesta por ocho exquisitas piezas. Artesanos de las emociones desde 1860, Chopard siempre se caracterizó por dar primeros pasos con valentía, como cuando se introdujeron en el mundo de la joyería. El gran salto se dio en 1969, en un contexto de revolución social, cultural y artística, y fue cuando la Casa presentó la colección de relojes joya contemporánea. Los rasgos que marcaron ese tiempo fueron las esferas formadas por piedras duras como lapislázuli, malaquita, jade u ojo de tigre; que estaban rodeadas de diamantes y colocadas sobre pulseras de oro blanco. Entre los 60 y los 70, surgió una clientela joven, que viajaba de forma lujosa, respetaba la moda y trabajaba en el mundo creativo. Ese público era el que buscaba joyas opulentas, pero a la vez informales, alegres y atrevidas. Piezas que reflejaran la ruptura con el pasado y los acartonados años 50. Ese estilo surgió en Londres y consistía en la valoración de las formas libres. Allí predominaban los materiales inesperados, descuidados, cristales sin pulir, las piedras duras, y los materiales orgánicos como el coral y el marfil. Estos elementos se combinaban con oro de textura gruesa, grabado y trabajado para otorgarle el aspecto orgánico de una corteza de árbol, o de la superficie lunar.
Hoy, 50 años después de la creación del reloj joya, L’Heure du Diamant pretende homenajear aquél tiempo con ocho nuevos relojes inspirados en los modelos de 1969. Para captar el estilo de la época, las esferas de estos relojes están talladas en los minerales más bellos del planeta: el lapislázuli azul oscuro con motas doradas; la aterciopelada malaquita estriada verde bosque; las turquesas de brillante azul cielo; y el ópalo negro, sumamente oscuro y con destellos brillantes de verde y rojo. Estos impactantes colores de la naturaleza que se presentan en las esferas están rodeados de diamantes con un total de más de 4 quilates, y con el típico engaste que caracteriza a Chopard. La combinación produce el contraste perfecto entre la opacidad de la esfera y el brillo y la delicadeza de los diamantes. Para respetar la individualidad y poder brindar una mayor variedad de opciones, Chopard ofrece para estos relojes joya unas correas de aligátor de colores intensos a juego, o bien una correa de oro blanco de gran textura que se inspira en el estilo corteza de árbol de los 60.
A pesar de su acabado, la delicadeza del trabajo de joyería de Chopard garantiza que el oro sea suave al tacto y que no desgarre la piel ni los tejidos. Esta técnica de 1960 supone grabar a mano el oro que luego es fijado a la estructura de la correa del reloj. Las correas de cuero son de color verde, turquesa, azul real o azul marino y poseen una hebilla de oro blanco de 18 quilates engastada de diamantes. El calibre de las piezas es un movimiento automático 09.01-C, con una reserva de marcha de 42 horas, enteramente fabricado en la Casa Chopard. Todos son sumergibles a 30 metros.