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Histórica Excelencia

Chateau Lafite Rothschild

Hay empresas que cautivan al mercado por su desempeño, sus aptitudes pero también hay otras que gracias a su calidad y excelencia, logran dejar una huella, marcando a fuego su impronta e identidad. Tal es el caso de la prestigiosa bodega Chateau Lafite, dueña de uno de los legados más impresionantes en la historia del vino mundial.

Chateau Lafite cultiva sus propios viñedos de calidad en las regiones vitivinícolas más prestigiosas y reconocidas del mundo, punto que la ha posicionado como protagonista de varios hitos a lo largo del tiempo. Porque detrás de toda gran marca, se esconde una gran historia.

La primera referencia conocida de Lafite se remonta al año 1234 con un tal Gombaud de Lafite, abad del Monasterio de Vertheuil situado al norte de Pauillac, la existencia de Lafite como Propiedad Medieval se encuentra documentada desde el siglo XIV. El nombre Lafite proviene de la hite, voz que en idioma gascón quiere decir la colina. Probablemente por aquel entonces ya existían viñedos en la propiedad, pero fue gracias a los Ségur, en el siglo XVII, que el viñedo se estructuró, afianzando la reputación de Lafite como gran propiedad vitivinícola. Jacques de Ségur inició la plantación del viñedo Lafite alrededor de 1670 y a principios de la década siguiente. En 1695, el hijo heredero de Jacques de Ségur tomó por esposa a la heredera del Château Latour, quien dio a luz a Nicolas Alexandre de Ségur. Así se unieron las dos propiedades señoriales de Lafite y Latour, dando inicio a una historia vitivinícola común.

A partir de 1716, el Marqués Nicolas Alexandre de Ségur se abocó a la tarea de consolidar los primeros logros obtenidos, mejorar las técnicas vitivinícolas, y, sobre todo, promover el prestigio de los grandes vinos tanto en los mercados extranjeros como en la corte de Versalles. Es justamente allí en donde se le apodó el Príncipe de las Viñas y el vino de Lafite llegó a conocerse como el Vino del Rey, gracias al apoyo de un embajador de lujo: el Mariscal de Richelieu.

El marqués Segur no tuvo hijos varones, por lo que sus propiedades fueron repartidas entre sus cuatro hijas. Fue así que Lafite fue separado de Latour aun cuando permaneció en la misma familia, administrado por el mismo gerente hasta 1785.

En 1815, M. Lawton publicó en la gaceta de la corredora homónima una primera calificación de los crus del Médoc. Ya entonces Lafite aparecía en la cima de la clasificación: Lo he calificado como aquel de mayor elegancia, delicadeza y fina esencia de los tres premiers cruz. La clasificación de los crus classés para la Exposición Universal de París de 1855 consagró oficialmente, aunque no por ello sin una cuota de intrigas y peripecias parisinas, el lugar de Lafite como el primero entre los premiers crus.

El final del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX trajeron consecuencias desastrosas en todo orden de cosas y pondrían a prueba a la prestigiosa Bodega: la crisis de la filoxera y el desarrollo del oídio en el viñedo, los fraudes organizados en perjuicio de los grands crus, la Primera Guerra Mundial y la segunda Guerra Mundial ahondarían profundamente en su recorrido.

Luego de la crisis bordelesa de 1973 a 1976, el relanzamiento se vio confirmado con las excelentes cosechas 1975 y 1976, y la toma de control de los destinos de Château Lafite Rothschild por parte del Barón Éric de Rothschild, lo cual significó un nuevo impulso gracias a su participación en la búsqueda de la excelencia y la articulación progresiva de un nuevo equipo técnico. En el viñedo, los trabajos de replantación y restauración se vieron reforzados por cambios graduales y nuevos tratamientos fitosanitarios. En las bodegas se instalaron cubas de acero inoxidable como complemento a los fudres de roble y se construyó una nueva bodega, que, aclamada por su carácter innovador y su estética depurada, permitiría acoger 2200 barricas.

El cambio de siglo transcurrió sin sobresaltos gracias a las promesas de las cosechas que reposan tranquilamente en las bodegas y cavas. Este razonable optimismo se apoya en la permanente búsqueda de la excelencia que ha marcado la historia de Château Lafite Rothschild. Una firma que día a día sigue creciendo en la excelencia y calidad gracias a la gran variedad de bodegas que alberga su familia: Chateau Lafite Rotshild, Pauilliac, Francia; Chateau Duhart Milon, Medoc, Francia; Chateau Rieussec, Sauternes, Francia;  Chateau L’ Evangile, Pomerol, Francia; Domaine D’ Aussiers, Corbiers, Francia; Viña Los Vascos, Colchagua, Chile; Bodega Caro, Mendoza, Argentina. De esa manera ha logrado conquistar el mercado mundial de vinos con una fuerte impronta marcada por su historia y trayectoria.

En Uruguay, todos los vinos de la Familia Lafite Rothschild pueden ser adquiridos en los locales de Vinos del Mundo en Punta del Este, Montevideo y José Ignacio.

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